martes, 25 de mayo de 2010

25.05.10 - «Los cadáveres no pueden desaparecer»




cuatro fallecidos en una explosión de gas . EC
Una explosión como la de Logroño «puede fragmentar y calcinar los cuerpos, pero siempre quedan restos», aseguran los expertos
«Es imposible que los cuerpos hayan desaparecido». La Policía Científica continuaba ayer con los trabajos de búsqueda de dos de los cuatro miembros de la familia fallecidos en la explosión de gas que tuvo lugar el sábado por la mañana en un céntrico edificio de Logroño. Aunque en un principio se pensó que los restos recuperados correspondían a los padres, una pareja de origen latinoamericano de 39 años identificados como Roberto Edgardo Videla y Marta Liliana Saa, el juzgado encargado del caso confirmaba ayer que se trata de la madre y su hijo Exequiel Andrés, de 9 años. De momento, nada se sabe de los cadáveres del hombre y de la pequeña Katherine Alexandra, de 8 años. No obstante, es necesario esperar a las pruebas de ADN para confirmar que algún otro resto de los recogidos pudiera ser de otra persona distinta, «lo que no se puede afirmar ni descartar en este momento», según explicaron fuentes de la investigación.
Los expertos aseguran que es «imposible» que los cadáveres desaparezcan por muy fuerte que haya sido la explosión. «Otra cosa es que la onda expansiva producida por la deflagración sea de tal magnitud que primero fragmente el cuerpo en mil pedazos -es lo que técnicamente se conoce como 'blast injury' o síndrome por explosión- y después proyecte los restos de la víctima a una distancia considerable, lo que complica enormemente su recuperación y posterior identificación», explica el director del Instituto Vasco de Medicina Legal, Carlos Cubero.
Si a las lesiones producidas por la explosión de gas se suma la temperatura alcanzada en la vivienda por la acción de las llamas, los restos de los cadáveres terminan carbonizándose. «Es entonces cuando el forense tiene que discriminar para saber a quién pertenece cada fragmento. En una situación extrema de calor, los cuerpos quedan reducidos a cenizas como ocurre en un horno crematorio, pero jamás desaparecen», precisa el experto. De ahí que las labores de búsqueda de restos humanos en un siniestro como el ocurrido el sábado en la capital riojana sean tan complicadas. Los huesos y la dentadura son las piezas que más resisten. «En una explosión las lesiones primarias son las que provoca la propia onda expansiva al alcanzar el cuerpo -fragmentación y proyección de los restos-, mientras que las secundarias se refieren a las heridas traumáticas producidas por el derrumbamiento del inmueble o por la acción de las llamas», añade el director del Instituto Vasco de Medicina Legal.
Derribo del edificio
Además de los cuatro muertos, nueve personas resultaron heridas, entre ellas la madre del fallecido, Rafaela María Greco, de 81 años. La mujer permanece ingresada el hospital San Pedro de Logroño con quemaduras en el 12% de su cuerpo y pronóstico grave. Los vecinos de algunos de los pisos del edificio siniestrado accedieron ayer a sus viviendas durante unos minutos para recoger algunas de sus pertenencias. Los que no pudieron entrar y probablemente no lo harán por seguridad son los residentes de las últimas plantas.
El edificio ya ha sido declarado en ruina por el Ayuntamiento de Logroño y su derribo podría comenzar mañana. Representantes municipales mantuvieron ayer una reunión con los afectados para estudiar su situación, los términos del seguro del que disponía la vivienda y las necesidades de alojamiento. También es necesario concretar el estado de los tres bajos comerciales del edificio. La explosión no ha afectado a las lonjas, pero tendrán que ser demolidas como el resto del inmueble.

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