
INSEGURIDAD CIUDADANA
Dos horas después de la fuga, una mujer sorprendió a otros dos hombres cuando miraban por los cristales de su vivienda
Un matrimonio de Urduliz frustró un robo el pasado miércoles, cuando dos ladrones extranjeros, posiblemente de origen magrebí, se colaron en el interior de su casa. Fue pocos días antes del asalto a un chalé de Sopelana en el que cuatro argelinos maniataron en la bodega a la pareja que residía allí. Esta vez los cacos actuaron sobre las seis de la tarde, a plena luz del día, y entraron en la vivienda de la calle Elortza por la parte trasera, donde los días de calor una mosquitera hacía las veces de puerta. Hasta ahora.
Asier Elortegi, de 32 años, estaba en el salón junto a su mujer, mientras ella daba el biberón a su bebé de dos meses y medio. «De repente me dijo que había escuchado algo raro. Fue como si ella tuviera un sexto sentido, porque yo ni me enteré», relata el joven. Al salir del cuarto, la mujer se topó con un desconocido que subía por la escalera a la planta superior. «A veces me traen material a casa, así que también es normal, pero enseguida vio que otro individuo salía por la puerta hacia fuera», cuenta Elortegi.
Los gritos de su esposa le alertaron y fue en su auxilio de inmediato. Aunque los ladrones escaparon, el hombre salió corriendo «tras ellos, después de dejar el niño en brazos de mi mujer. Fui por la puerta delantera de la casa y vi un 'Citröen Berlingo' que iba despacio por la carretera». A continuación bajó a por su vehículo, un todoterreno, y emprendió la búsqueda de ese coche en un radio de 10 kilómetros. Presa de los nervios y ofuscado en su intento de darles caza, no cayó en la cuenta de que partía con unos datos erróneos.
Pensó que en el interior de aquel vehículo que iba muy lento viajaban los asaltantes, pero más tarde cayó en la cuenta de que los ladrones realizaron una maniobra peligrosa para salir en la otra dirección, hacia Plentzia, a bordo de un 'Seat Ibiza' gris, lo que obligó a frenar al conductor del Berlingo. Elortegi no da crédito a lo ocurrido. «No te entra en la cabeza qué pasa con esta gente. ¿No saben que se la están jugando si se encuentran con alguien que tiene armas en casa? !No lo entiendo¡». Su madre, que vive con ellos, es de la misma opinión. «Es que se han metido en casa viendo que había coches aparcados y que estábamos dentro. Se han colado sin importarles nada. ¡Eso es echarle mucho coraje!».
Un 'Ibiza' gris
Los testimonios de robos se multiplican a poco que se indague en la zona. El 21 de mayo, a muy pocos metros de la vivienda, en el Garaje Otegi, rompieron un cristal y robaron la furgoneta de un cliente. «Aunque saltó la alarma, les importó poco», relata un trabajador. Al polideportivo de Urduliz han entrado varias veces. «La última se llevaron 30 euros y el alcohol ni lo tocaron», recuerda José Cuevas.
A Cuevas también le intentaron entrar en su vivienda pocas horas después del frustrado asalto a la de la calle Elortza. Los sospechosos también llegaron en un 'Ibiza' gris y la mujer descubrió a dos de ellos mirando por la ventana hacia el interior de la vivienda bifamiliar. Su esposa, Itxaso Learra, lo pasó mal: «Tuve miedo y estaba tan nerviosa que ni apunté la matrícula. Sólo llevaba una semana viviendo aquí», dice. Lo peor es que esos paraísos de la tranquilidad de hace una década empiezan a ser pasto de ladrones. En chalés y caseríos también hay menos testigos potenciales, y los cacos buscan joyas, televisores y dinero ajeno.

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