martes, 8 de junio de 2010

El 25% de las comunidades islámicas asentadas en España son extremistas


El islam radical, en especial el de inspiración salafista, vive en los últimos años una expansión notable, afirma el diario La Vanguardia en un interesante artículo de Florencio Domínguez.

A partir de comunidades asentadas en Cataluña, el salafismo se está difundiendo siguiendo dos ejes diferenciados: uno de ellos por el del valle del Ebro, el otro por la costa mediterránea. De las 940 comunidades islámicas censadas en España, las de tendencias radicales (entre las que se sitúan los salafistas, el movimiento tabligh o Justicia y Caridad, entre otras) representan entre el 18% y el 20%. En Cataluña hay 219 comunidades registradas, de las que el 25% se sitúan entre movimientos extremistas, según fuentes de los servicios de inteligencia.

Una de las facciones más activas en expansión es la corriente salafista. Desde Tarragona, las comunidades salafistas están extendiendo su influencia en una doble dirección. La primera, hacia el sur, por Castellón y Valencia. La segunda, remontando el valle del Ebro, hacia el País Vasco.

Investigadores y conocedores de estos movimientos señalan que el auge de esta corriente radical no se produce por la captación individual de musulmanes, sino por la incorporación de comunidades enteras a la órbita del salafismo. “Comunidades salafistas han establecido lazos con otras comunidades que no lo eran y las han convertido”, afirman. Prefieren la conversión en bloque a la individual.

Su discurso es muy popular entre los más jóvenes, que, una vez que asumen los principios salafistas, tienen más facilidades y disposición para trasladarse a una localidad en la que esté organizada una comunidad de esa corriente.

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