jueves, 15 de enero de 2009

El asesino de Paiporta intenta justificar el crimen y asegura que las víctimas controlaban su mente



El forense mantiene que actuó en plenas facultades mentales y el juez dicta su ingreso en prisión
TORRENT/PICANYA
La única explicación que Mohamed A. ha ofrecido para argumentar por qué arrebató la vida a Carolina y dejó a su amiga Susana gravemente herida no convence a los investigadores del caso. El acusado del crimen, ocurrido el domingo en Paiporta, asegura que las dos jóvenes lo controlaban mentalmente, de manera que, según su versión, cometió el crimen en una especie de "abducción o enajenación", como indicaron fuentes próximas al caso.

Sin embargo, la principal sospecha de la Guardia Civil sigue siendo una y bien simple: Mohamed estaba obsesionado con Carolina y ella no le correspondía. El forense que examinó al joven tras su arresto está convencido de que el presunto homicida acuchilló a sus víctimas sin tener sus facultades mentales perturbadas, es decir, plenamente consciente de lo que hacía.

Sobre las nueve y media de la mañana de ayer, un furgón de la Guardia Civil condujo al presunto homicida al juzgado de instrucción número siete de Torrent. Mohamed salió del vehículo vestido únicamente con una camiseta y un pantalón de chándal, pese a que la mañana era fría. Tanto como su mirada. Su rostro no mostraba dolor o arrepentimiento.

Tras escuchar al detenido, que estuvo asistido por una letrada de oficio, el juez dictó su ingreso en prisión comunicada y sin fianza. El magistrado lo interrogó después de que el médico forense examinara a Mohamed. Determinó que se encontraba "en condiciones de declarar", según explicaron fuentes del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV).

Si la llegada del acusado al juzgado fue silenciosa y discreta, la salida estuvo presidida por la rabia. Varios jóvenes amigos de la víctima se agolparon junto al furgón de la Guardia Civil. "He venido para verle la cara a ese asesino", espetó uno de ellos, Manuel Garrido, amigo de Carolina desde los 17 años.

Agentes de la Benemérita y la Policía Local tuvieron que colaborar mano a mano para garantizar la salida de Mohamed de los juzgados. Para ello arrimaron a las puertas el furgón de traslado de detenidos. A las tres y media de la tarde, el presunto homicida fue introducido en el vehículo con rumbo a la cárcel de Picassent. Le despidieron los gritos. "Eres un asesino, ójala te pudras en la cárcel".

Mientras, a pocos kilómetros de allí, la vecina localidad de Picanya se inundó de dolor en el último adiós a Carolina. Más de 1.500 personas hicieron pequeña la Iglesia Nuestra Señora de Montserrat, que albergó a amigos, vecinos y familiares rotos por el dolor.

A las cuatro de la tarde, un silencio quebrado por llanto lo lleno todo en el centro del pueblo. El féretro con los restos de la víctima entró en el templo. A las puertas, un coche lleno de coronas. Durante el funeral, algunos amigos de la fallecida le dedicaron palabras de recuerdo y despedida. Una vez acabada la ceremonia religiosa, los compañeros de Carolina portaron el féretro y la gente se agolpó a dar el pésame a los familiares. Después, recibió sepultura en el cementerio municipal de Picanya.

El Ayuntamiento de Paiporta, localidad en la que se produjo el crimen, se personará como acusación particular en la causa abierta contra Mohamed, tanto por la muerte de Carolina como por las graves heridas que causó a su amiga Susana. Según el alcalde de la localidad, Vicente Ibor, lo que se pretende es "conseguir que este individuo cumpla la máxima pena que contempla el Código Penal". "El objetivo que perseguimos es que el juez considere el caso como un acto de violencia de género, de modo que pueda verse agravada al máximo que contempla la ley", argumentó el responsable municipal.


Cirios en el lugar del crimen
Paiporta también llora estos días la muerte de Carolina. Las persianas metálicas del café Samsara, donde la víctima mortal trabajaba junto a Susana, están bajadas. Frente a ellas, en el lugar en el que la víctima cayó muerta, un centenar de cirios iluminados recuerdan a la joven asesinada a cuchilladas. Los vecinos y amigos no dejan que se apaguen y colocan ramos de flores y mensajes llenos de sentimiento: "Carol, descansa en paz" o simplemente "Carol, te quiero". Otros piden que se haga "justicia".

El olor a cera quemada se entremezcla con los sollozos de algunos vecinos cuando se acercan curiosos al lugar y leen el gran cartel que la familia ha colocado en la puerta del local: "Carol, ¡guapísima! Tu familia y amigos siempre te recordaremos y te mantendrás viva en nuestros corazones... para recordar tu sonrisa que en tantos momentos llenaron nuestras vidas de ilusiones, alegría y felicidad. Hasta pronto, titi".

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