sábado, 25 de octubre de 2008

Encarcelan a una pareja por maltratar y encerrar a su hija de cinco años en una habitación de Valencia


Una compañera de piso de los padres fotografió las lesiones de la menor y denunció los hechos en el juzgado

JAVIER MARTÍNEZ| VALENCIA

La niña rumana fue encontrada en condiciones infrahumanas en la habitación de un piso en el barrio de San Isidro en Valencia. El reloj marcaba las 14.45 horas del pasado martes cuando la Policía Nacional acabó con el calvario de la muchacha.

Lorena -nombre ficticio para preservar los derechos de la víctima- tenía hematomas por todo su cuerpo. A la pequeña le faltaban mechones de pelo y presentaba una deformidad en uno de sus antebrazos. Las secuelas de los malos tratos eran tan manifiestas que el juez que instruye el caso no dudó en adoptar una medida urgente y severa. Dictó un auto de prisión para los padres de la menor.

Los ojos llorosos y el rostro cariacontecido de la niña evidenciaban los 10 meses de penurias y vejaciones que padeció. Durante ese tiempo, la muchacha pasó muchas horas encerrada en una habitación cochambrosa. La suciedad, las cucarachas y varios muñecos de peluche eran su única compañía. Mientras tanto, su madre ejercía la prostitución en la calle Viana -en el centro de Valencia- y su padre deambulaba por las calles del barrio chino.

En el piso también malvivían en dos habitaciones alquiladas una mujer marroquí, Amina E., de 46 años de edad, y otro inmigrante de la misma nacionalidad. Ambos presenciaron brutales palizas.

"Hace dos semanas, Dani -el padre de la menor- le pegó una patada a la pobre niña. Salió despedida varios metros. Luego, su madre la levantó del suelo y la abofeteó", relata Amina.

Sus palabras están llenas de tristeza, rabia e impotencia, pero sobretodo de sufrimiento. La mujer vivía también atemorizada por el padre de la pequeña. "Le dije que si volvía a pegar a la niña avisaba a la policía, pero él me amenazó de muerte", asevera Amina.

Conforme pasaban los días, la situación en la casa se hacía insostenible. Discusiones, chillidos, insultos, golpes..., y hasta sospechas de abusos sexuales. Lorena tenía un hematoma en su zona púbica.


Acudió al juzgado de guardia
Amina ya no aguantó más y se presentó en el juzgado de guardia para denunciar los malos tratos, pero los nervios la traicionaron y se olvidó de coger su documentación. "No me dejaron presentar la denuncia porque no llevaba encima el pasaporte ni mi tarjeta de residencia", sostiene la mujer.

"Me enfadé mucho y les pregunté si querían que volviera cuando la niña estuviera ya muerta. Luego llamé al 112 y conté lo que estaba pasando", añade Amina. Desde el teléfono de emergencias informaron a la policía, que inició el protocolo de actuación en estos casos.

Ante la falta de respuesta inmediata, la inmigrante marroquí pidió consejo a un amigo policía. "Me sugirió que fotografiara con mi cámara la lesiones que presentaba la niña y que volviera al juzgado con las pruebas en la mano".

Y esto fue precisamente lo que hizo. Amina se convirtió en el mejor investigador de la policía. Uno de los días que la pareja rumana se ausentó de la vivienda tras encerrar a su hija en la habitación -algo que hacían con bastante frecuencia-, la mujer desplazó el cerrojo y abrió la puerta. Lorena corrió a sus brazos.

Amina era la única persona que trataba a la muchacha con cariño. "Le regalé un televisor pequeño para que pudiera ver dibujos animados. Era la única diversión que tenía la pobre dentro de su mazmorra", explica.

Tras tomar una decena de fotos de diversas partes del cuerpo de la menor -con primeros planos de los hematomas en la mejilla izquierda, zona púbica y antebrazo-, la mujer acudió de nuevo al juzgado.

En esta ocasión, Amina no olvidó su documentación y pudo presentar la correspondiente denuncia en las dependencias de la Ciudad de la Justicia. Esto ocurrió el pasado 16 de octubre. La cuenta atrás del calvario de Lorena había comenzado.

Pero la burocracia retrasó otros cinco días más la actuación judicial y policial. El caso de presuntos malos tratos entró en el turno de reparto y fue instruido por otro juzgado diferente.

Finalmente, el pasado martes, dos agentes del Grupo de Menores de la Policía Nacional de Valencia entraron en el piso y detuvieron al padre de la niña. El arresto tuvo lugar sobre las 14.45 horas. La menor se encontraba encerrada en la misma habitación donde su progenitor dormía entre montones de ropa sucia. Los agentes se quedaron perplejos al comprobar el estado físico y psicológico de la muchacha, así como las condiciones de insalubridad de la vivienda.

La madre fue arrestada horas después, mientras que Lorena recibió asistencia médica en La Fe y luego ingresó en un centro de acogida de menores. Al día siguiente, el juez que instruye el caso ordenó el ingreso en prisión de la pareja por un delito de malos tratos. El padre declaró que las lesiones que presentaba su hija eran las consecuencias y secuelas de dos caídas accidentales en la bañera y un parque, pero nadie se creyó su versión.

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