domingo, 14 de septiembre de 2008
Unos 30 individuos huyeron y dejaron abandonada a la víctima en un parque de Valencia
Un joven muere apuñalado en una pelea
Unos 30 individuos huyeron y dejaron abandonada a la víctima en un parque de Valencia
JAVIER MARTÍNEZ| VALENCIA
Viajó a España como muchos inmigrantes en busca de un trabajo digno y lo que encontró fue la muerte en una pelea callejera. Teófilo Rivera Orellana ya no podrá enviar más dinero a Bolivia para sus dos hijos de 12 y 9 años. Una puñalada en el corazón acabó con la vida de este joven en las canchas deportivas de la avenida de la Plata en Valencia.
La reyerta tuvo lugar sobre las tres de la madrugada de ayer. Dos hombres bolivianos se enzarzaron en una riña con varios ecuatorianos por motivos que no han trascendido.
La algarabía llamó la atención de cerca de una treintena de jóvenes suramericanos que se encontraban bebiendo alcohol frente al parque de bomberos.
Teófilo Rivera cayó al suelo tras recibir una puñalada en el tórax. Un grito de dolor estremecedor se oyó a continuación. El quejido rompió el silencio de la noche. Varios vecinos se asomaron a las ventanas y balcones para averiguar qué había ocurrido.
Fue entonces cuando la muchedumbre se dispersó. Todos salieron corriendo en diferentes direcciones. Tenían miedo. Nadie quería problemas. Algunos de los individuos implicados en la pelea subieron a dos automóviles, un coche deportivo y un Opel de color negro, y huyeron a toda velocidad.
Mientras tanto, la víctima se desangraba en el suelo. "La única persona que acudió en auxilio de Teo fue una española que vive en el barrio", relató Juan Rojas, un amigo del hombre apuñalado. "La mujer llamó a una ambulancia y luego el parque se llenó de policías", añadió el joven.
Un equipo médico del SAMU se desplazó con urgencia al lugar, pero los sanitarios no pudieron hacer nada para salvar la vida del joven boliviano. Su corazón ya había dejado de latir tras la puñalada mortal que recibió en el pecho.
Poco después llegaron los agentes del Grupo de Homicidios y de la Policía Científica, que inspeccionaron la escena del crimen. También examinaron de forma minuciosa el cadáver en busca de cualquier vestigio para identificar al autor del apuñalamiento.
Las primeras investigaciones se centraron en la localización de testigos de la reyerta. Varios agentes de paisano interrogaron a dos jóvenes que se acercaron al lugar para curiosear.
La mayoría de los individuos que se congregaron en el parque no quisieron colaborar con la policía. Nadie había visto al agresor. Nadie sabía nada. La ley del silencio se impuso en las canchas deportivas.
Los agentes buscaron durante varias horas el arma homicida en contenedores, bajo los vehículos estacionados y en un solar próximo. Tampoco hubo suerte. Mientras esto ocurría, el retén fúnebre trasladó el cadáver al Instituto de Medicina Legal para practicarle la correspondiente autopsia.
Un presagio fatal
Sobre las cinco de la madrugada, Rosmery Arnez, de 28 años de edad, recibió la trágica noticia de la muerte de su compañero sentimental. La mujer estaba durmiendo en una vivienda de Foios, donde cuida a una anciana. Su teléfono móvil sonó. Una llamada de madrugada era el presagio fatal.
Una amiga le explicó lo que había ocurrido. Una pelea de madrugada, una puñalada en el corazón de Teo y otra muerte inesperada. La conversación fue muy triste. Rosmery comenzó a llorar.
Horas más tarde, la viuda acudió a la canchas deportivas para averiguar quién había matado a su marido. Allí continuaban varios policías que buscaban a testigos de la reyerta. La mujer rompió a llorar otra vez cuando vio dos charcos de sangre en el suelo.
Mientras presenciaba con horror la escena del crimen, un grupo de jóvenes, ajenos a la tragedia, jugaban a fútbol sala. Algunos de ellos habían compartido la cancha el día anterior con la víctima.
"Teo era un tío muy bueno. No se metía con nadie. Es injusto lo que ha pasado. Seguro que lo han apuñalado porque ha intentado mediar en una pelea", especuló David.
El viernes por la noche, Teófilo Rivera, que tenía 30 años, jugó su último partido de fútbol sala en la pista situada en la calle José Durán Martínez. Luego, el joven se tomó unas cervezas con un amigo ecuatoriano en el parque para celebrar que había conseguido un nuevo trabajo. Horas después, una puñalada en el corazón acabó con su vida.
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