
Un guardia civil arriesga su vida al reducir a un ladrón armado con una escopeta cargada
La cajera descolgó el teléfono interno. '¿Qué dices, qué pasa, por qué tengo que llamar a la policía?'. El cabo primero Francisco Martín, jefe de la Unidad Canina de la Guardia Civil de Málaga, aguardaba en la cola del súper para pagar su compra. 'Aquí está pasando algo extraño', le dijo a su compañero.
En el otro extremo del establecimiento, un hombre armado con una escopeta intentaba atracar a otra cajera. El agente reaccionó por puro instinto. Cruzó corriendo los pasillos, se abalanzó sobre él y lo redujo en el suelo, tras un forcejeo en el que llegó a tener los cañones apuntando a su abdomen. Se jugó la vida, pero logró detenerlo.
Eran las tres y diez de la tarde de ayer. Francisco acababa de terminar el turno y se acercó con un compañero al supermercado de la cadena Mercadona situado en la avenida Arroyo de los Ángeles, a escasos metros de la Comandancia de la Guardia Civil. Cogió varios refrescos isotónicos y unos cuantos yogures, y se dirigió a la caja.
La inquietante conversación de la dependienta se confirmó cuando el frutero se les acercó y les dijo que había un hombre sospechoso con algo en la mano en el otro acceso al supermercado, desde el paseo de Martiricos. Ninguno de los dos sabían que Francisco (32 años) y su acompañante eran guardias civiles, ya que ambos iban de paisano.
A la carrera
El agente salió corriendo hacia el otro extremo del local, seguido de cerca por su compañero. 'Cuando llegué, vi que un hombre estaba junto a la cajera. Sabía que era él, porque estaba todo el mundo alrededor. Aproveché el factor sorpresa y me abalancé', relató a SUR el guardia civil. 'Caímos al suelo y empezamos a forcejear. Llegó a apuntarme, pero conseguí quitarle el arma'.
Francisco se identificó como guardia civil. 'Cuando estaba sobre él, le advertí: 'No te la juegues más y suelta la escopeta. Estás detenido', y le leí sus derechos. Él decía que no estaba cargada'.
El agente observó que el hombre llevaba los dedos cubiertos con esparadrapo para no dejar huellas. 'Le pedí a mi compañero que me diera algo para atarle las manos; un vigilante nos dio unos grilletes y lo inmovilizamos'. Hasta ese momento, la descarga de adrenalina le impidió pensar. La policía llegó rápidamente y se hizo cargo del atracador. Entonces uno de los agentes se le acercó y le dijo: 'Hijo, acabas de nacer'. Francisco se le quedó mirando y el policía desmontó el arma para ilustrarlo. '¿No te dijo él que estaba descargada?'. La escopeta llevaba dos cartuchos de postas y el detenido portaba ocho más en los bolsillos. 'Ahí me entró el bajón. Pensé: 'Madre mía, lo que podía haber pasado'. Si me hubiera disparado, me habría seccionado medio cuerpo', confiesa el agente. 'Pero la satisfacción que me llevo es que no disparara a nadie'.
El atracador, un hombre de 42 años, fue trasladado a comisaría. Al parecer, es un vecino de la zona. Ni siquiera le intimidó la cercanía de la Comandancia de la Guardia Civil, y mucho menos que iba a encontrarse a un agente 'infiltrado' de compras en el súper

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