lunes, 28 de abril de 2008

Un pirómano que ya ha causado 60 siniestros prende fuego a la vieja discoteca donde vive


28.04.08
Cuatro vecinos del Marítimo, dos de ellos menores de edad, viven junto a un auténtico polvorín. Su hogar se encuentra pared con pared con el refugio de un presunto pirómano multirreincidente. Se trata de un hombre supuestamente aquejado del síndrome de Diógenes (trastorno que te impulsa a acumular todo tipo de basuras en casa) que, desde hace ya más de un año y con una frecuencia de una vez por semana, decide pegarle fuego a los montones de desechos que almacena.

Estos y otros residentes del Marítimo vivieron sus últimos momentos de inquietud el pasado jueves por la tarde. El teléfono de Emergencias 112 recibía una llamada muy habitual en el último año: un incendio de grandes proporciones, cuya columna de humo se hacia visible desde buena parte del distrito, se estaba produciendo en el número 57 de la calle Isabel de Villena.

Patrullas de la Policía Local del retén de Marítimo y siete vehículos de los bomberos acudieron a una dirección ya especialmente conocida. Tras más de dos horas, los bomberos dieron por concluidas las tareas de extinción.

Las llamas arrasaron montones de basura acumulada y tres estancias de lo que hace justo un año era una emblemática terraza nocturna de la playa de la Malvarrosa. La discoteca Flamingo, tras su cierre comercial en abril de 2007, se transformó en un refugio para indigentes. Después de la marcha de estos, E. T. T., un hombre de unos 60 años, se convirtió en el único morador.


Desalojo de un instituto
La tarjeta de presentación del presunto pirómano fue la de acumular en el antiguo local de ocio desperdicios que recogía de contenedores. Un buen día, hace ya más de un año, les prendió fuego por primera vez. El incendio llegó a desencadenar pequeñas explosiones (según todos los indicios, al arder latas y aerosoles), lo que obligó a los bomberos a acordonar la zona y a desalojar por precaución el cercano instituto Isabel de Villena, donde en esos momentos se impartían clases.

Desde entonces hasta hoy, los vecinos han presentado infinidad de denuncias "y la policía y los bomberos han tenido que intervenir en más de 60 ocasiones distintas", asegura indignado Paco, el padre de familia que, junto a su mujer y sus dos hijas, ocupa la vivienda colindante.

"Hay veces que ha llegado a tener hasta 14 carros de supermercado en la puerta cargados de trastos. Cuando se harta de tener todo ahí, o no le cabe más, le pega fuego y el humo inunda mi casa con mi mujer y mis ", relata el residente del Marítimo.

"Cualquier día nos asfixiaremos en la cama mientras estamos dormidos o alguno de los tabiques se derrumbará y arderemos", anuncia atemorizado Paco.


Humo y grietas en la terraza
LAS PROVINCIAS pudo comprobar que el desesperado hombre no exagera la situación. Al entrar en la vivienda, toda desprende un fuerte olor a humo. En la terraza incluso ha aparecido una grieta originada por el calor del próximo fuego. "Cada vez que llamo a la policía vienen y lo desalojan, o se marcha antes de que lleguen los agentes. Pero en cuanto se van, él vuelve de nuevo", explica angustiado Paco.

Y con él, regresa el fuego. Durante las pasadas Fallas, tras uno de sus incendios, reapareció con quemaduras en la cara y en un brazo. La pasada semana, el martes, otro siniestro rompió la tranquilidad del barrio hacia la una y media de la madrugada, tal y como recuerdan los residentes.

Álvaro, propietario del local que albergaba la antigua discoteca Flamingo, asegura asistir también impotente a la imparable oleada de incendios. "No hay forma de impedir su entrada", subraya. El dueño ha tapiado y cerrado la puerta con cadenas en reiteradas ocasiones. "Pero él siempre logra volver a entrar. Si hasta llegó a separar los barrotes", explica mientras señala la reja del acceso al establecimiento.

"Intento alquilar el local, pero en estas condiciones me resulta difícil que alguien se interese", lamenta el propietario del establecimiento que en su día fue destacado centro de reunión de la marcha nocturna en la playa de la capital.

El último intento de expulsar al presunto autor de los incendios se produjo el pasado jueves, poco antes de declararse el último siniestro. "Subimos la tapia otras dos filas más de ladrillos, pero no nos dimos cuenta de que, al parecer, estaba oculto dentro. Cuando se marcharon los albañiles, antes de que secara el cemento, tiró abajo el muro para salir tras prender de nuevo fuego en el interior", recuerda Álvaro. Además de las decenas de incendios ocurridos en el establecimiento, fuentes municipales consultadas por LAS PROVINCIAS señalaron que a E. T. T. se le relaciona también con varios incendios en contenedores registrados en la zona.

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