sábado, 29 de noviembre de 2008

«Sólo saber que la mujer de Gaizka montó en el coche con el asesino para buscarle...»




FAMILIA DE GAIZKA ECHEVARRIA
El portavoz de la familia del joven muerto a tiros y navajazos narra el calvario que han vivido

JUANMA MALLO| BILBAO

«Sólo saber que su mujer, Itziar, fue en el coche de Gaizka de copiloto con la persona que lo ha matado... Que, a los dos días de la desaparición, fue hasta Sopuerta con Hatim para buscar a su marido... ¡Es la hostia!». Carlos Rodríguez, amigo íntimo de Gaizka Echevarria y portavoz de la familia del joven asesinado en la localidad vizcaína de Sopuerta, aún no ha asimilado su muerte. Piensa que va a aparecer por la puerta en cualquier momento. Sin embargo, las velas y la esquela que han colocado en la puerta de la tienda que la víctima regentaba en el barrio bilbaíno de Santutxu le recuerdan de manera vil y machacona que no, que cuatro disparos en la cabeza y más de veinte puñaladas se lo han arrebatado. «Estamos destrozados», confiesa a este periódico un día después de que se encontrara el cadáver.
Su hallazgo cerró de cuajo 15 días de una angustiosa carrera por dar con Gaizka. Batidas por los tupidos y compactos parajes de Las Encartaciones, constantes contactos con la Ertzaintza, visitas a comisarías -«me he recorrido todas», incide-... «Han sido quince días de lluvia, de pérdida de tiempo... Quince días de agonía. Siempre te queda un rayo de esperanza. Pero...». El jueves se cortó de raíz en un área boscosa de Sopuerta, en las cercanías del frecuentado colegio San Viator, en el barrio de San Cristóbal, a un metro de profundidad.
-¿Habían rastreado antes ese lugar?
-Claro. Incluso su mujer pasó por esa zona. Era un sitio cercano a donde encontraron quemado el coche con el que los dos detenidos habían acompañado a Gaizka.
Y hasta allí se desplazaron los amigos. Pero no vieron nada. Ni una mínima pista, y eso que se concentraron más de 30 coches de familiares y allegados. En cambio, ese turismo, un 'BMW' -robado en Etxebarri- que surgió dos días después de la desaparición, sí les hizo pensar. Temer. Y más cuando vieron con la cara quemada a Joni, de 21 años, uno de los tres arrestados, que aún permanecen en comisaría a la espera de pasar a disposición judicial. «Puso excusas. Dijo que se lo había hecho con un mechero», evoca.
Pero ellos siguieron con su búsqueda, por su pelea por encontrar a Gaizka. En ese tortuoso camino conversaron incluso con Hatim M., el presunto autor material de los disparos, de origen marroquí, al que conocían de vista. «Al día siguiente de la desaparición tuvo el móvil apagado. Entonces, piensas 'igual les ha pasado algo'. Pero el jueves hablamos con él y se extrañó porque Gaizka hubiera desaparecido. Incluso nos dijo: 'Tengo su DNI y he hecho la transferencia del coche'».
«Se llevaban muy bien»
Otro mal presentimiento. «Nos sonó muy extraño». Además, según cuenta Carlos, el fallecido acudió hasta Sopuerta por otro motivo. «Nada de vender el 'BMW M3'. ¡Qué va! Fue allí a hacer un recado al detenido, con el que se llevaba muy bien y por eso fue hasta Sopuerta. Le iba a indicar cómo se ponen los focos para cultivar marihuana, no a vender el coche. Si había firmado un contrato de compra-venta con otro amigo de Zamudio para venderle el coche... Y esto se lo dijimos a la policía y nada. Ni caso, como en todo este tiempo», se duele.
-¿Y esa deuda entre Gaizka y el supuesto asesino?
-Sí. El hidropónico (un sistema de cultivo de marihuana). Es que eso vale tela. Aunque no era una deuda, era algo pendiente de pago.
-Pero se ha dicho que detrás hay un ajuste de cuentas
-Gaizka no tiene nada turbio. Nada. Una persona casada, con su propio negocio, pagando una hipoteca, que con 18 años ya tenía un bar de pinchos en Txurdinaga... Si ni siquiera era fumador habitual de porros. Id mañana (por hoy) al funeral y mirad si toda esa gente que va es gente que va al funeral de un traficante.
-Entonces, ¿qué ha pasado?
-Que estos chavales están locos. Es de película que unos chavalitos por robar un coche le metan cuatro tiros y luego tengan la adrenalina suficiente para pegarle 20 puñaladas después de muerto.
Contra ellos irá Itziar, la mujer de Gaizka, con el que se casó hace tres años. «Me voy a buscar un abogado. Voy a ir a por ellos», relata a EL CORREO en una breve conversación telefónica. No tiene fuerzas para más. «Estoy muy mal». Y confiesa que, desde el primer instante, se olió que la desaparición no contaría con un buen final. «Yo sabía que iba a acabar mal».
Carlos esquivaba esos pésimos pronósticos. «Yo era el más positivo. Les decía que tranquilos, que está vivo, que no le ha pasado nada», sostiene este joven que conoció a Gaizka hace diez años. Un tiempo de amistad, de buenos momentos, de arrimar el hombro. «Era un tipo genial. Yo me casé este verano y me dijo que si necesitaba dinero, ahí estaba él. Igual para la obra de mi local. Tenía dinero, era trabajador, ahorrador...».
-Ya. Pero el hecho de que tuviese una 'growshop' ha levantado ciertas sospechas.
-En Santutxu hay tres 'growshops'. ¿Qué van a hacer ahora? ¿Cerrar las otras dos, detenerles? Es un negocio legal. Por desgracia, hay gente que trafica con marihuana y Gaizka, en este caso, se ha juntado con quien no debía. Pero él era un profesional. Un genio, para las plantas y para todo. Siempre estaba con una sonrisa.
Pero ya no volverán a disfrutar de ese gesto. «Los padres están destrozados. Gabi, el padre, estaba todo el rato diciendo 'el moro me lo ha matado, el moro me lo ha matado'. Y al final ha tenido razón», se enoja Carlos, en el almacén de Santutxu, pegado a la tienda de Gaizka.
Busca consuelo. No le devolverá a su amigo, pero confía en que la justicia «les haga pagar» a Hatim M., a su novia Tamara, y a Joni. «Este asesinato debe servir para que cualquier persona que hago esto sepa que no va a quedar impune. Y que si queda alguien más relacionado libre, que también le encuentren», desea el portavoz, que repite, de nuevo, que no se lo cree. «No me hago a la idea. Cuando iba a tomar el café a la mañana siempre le abría la puerta y le decía '¿qué?', '¿un cafecito?'... Y aún pienso que lo voy a encontrar ahí».
-¿Es eso lo más duro, tener una esperanza que sabe que es falsa?
-Yo creo que lo más duro será en el funeral (que se oficia hoy a las 12.30 horas en la iglesia del Carmelo de Santutxu). También ha sido duro el olvido de la Ertzain-tza. También el futuro. Era el puto amo.

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