«El infierno vasco».

Sois el enemigo a batir

Mikel Azurmendi me impresiona cada vez que le escucho. Vuelve a hacerlo, más que nunca, en «El infierno vasco». Su autenticidad, su fortaleza moral, su sencillez, su profundo conocimiento del País Vasco, envueltos en el bellísimo paisaje guipuzcoano que mima la cámara de Iñaki Arteta y acaricia la música de Eduardo Basterra, me producen un nuevo golpe de emoción. Y de tristeza, porque la suya es la historia del País Vasco, la de todos nosotros, la historia del infierno vasco, emoción, tristeza, nostalgia, pérdida, muerte.
Andoni, uno de los alumnos de las clases que Mikel Azumerndi impartía en euskera en la universidad vasca, le dijo, «Sois los enemigos a batir». «Pero, ¿tú también lo piensas, Andoni?», «Sí, yo también». Matriculamos a mi hijo en una ikastola, y un día me preguntó, «Aita, ¿dónde están los enemigos, los españoles?». Lo sacamos de la ikastola. Y mis amigos me decían que me estaba volviendo paranoico, prosigue Mikel. Y, después, me enviaron un sobre con vísceras de animal. Luego, me pusieron una bomba en la puerta de casa. Y voy a clase, ¿y qué le digo al tío que acepta que a mí me maten?
Nos echaron, yo tenía 16 años, sabía que no nos íbamos porque mi padre había encontrado un trabajo mejor en Madrid, relata Fernando García Capelo. Y la impotencia y el dolor atraviesan el rostro de Verónica Lipperheide cuando recuerda, sentí que traicionaba a los míos cuando me fui. Aún lo sigo pensando.
Fui párroco de Maruri durante 34 años. Todos me querían y yo a ellos, y me echaron. Es la vida Jaime Larrinaga, un hombre bueno, decente, íntegro. Un sitio donde no puedes protestar porque han asesinado a mi hermano, se rebela Consuelo Ordóñez.
Ésta es la historia del terrorismo. Del miedo. De la opresión. De la soledad. De la derrota de la libertad. Iñaki Arteta ha captado lo esencial. Con sensibilidad y con amor. Es un documento imprescindible, para el presente y para el futuro.