martes, 11 de noviembre de 2008

Afganistan o la hipocresía de la sociedad española

Redacción |MD

Insensibilidad e indiferencia de la población.

Las sociedades occidentales rechazan sin excepción las bajas en cualquier conflicto armado, confundiendo muchas veces el pacifismo con la paz. Estamos orgullosos de ser un modelo del progreso y el desarrollo de la humanidad. Pero no aceptamos que para seguir siendo los bastiones de la libertad y la democracia se precisan sacrificios. Por ello cuando suceden hechos como el de Afganistán preferimos pasar página cuanto antes y esconder la cabeza como el avestruz. Poco recuerdan los españoles a los 6 soldados muertos en Líbano, ninguna campaña se ha organizado para saber del accidente del helicóptero Cougar y en cuanto al accidente del Yak-42, sólo interesa en la medida en que sirve para hacer política partidista.

Pero son esos soldados, españoles y del resto de naciones de Occidente, los que nos separan de la barbarie que vemos a diario en los telediarios. Sólo muy recientemente se ha reconocido a las víctimas del terrorismo la deuda que la sociedad tiene con ellas y lo mal que fueron tratadas en el pasado, cuando tuvieron que aguantar prácticamente solas el dolor y el sufrimiento. Con nuestros militares pasa otro tanto de lo mismo, han sido despreciados, objeto de burla, arrinconados y estigmatizados porque representan unos valores –honor, patriotismo, sacrificio- que han sido declarados “carcas” por una sociedad hedonista que sólo piensa en pasarlo bien sin más responsabilidades. De nuevo tenemos que oír “que ya sabían a lo que iban” o el “para eso los pagan” de la boca de los mismos babosos que ninguneaban a las víctimas de ETA, para quitar importancia a sus muertes. ¿Cuántos muertos harán falta esta vez para que les reconozcamos su mérito?

Impostura del gobierno socialista.

Decía la viuda del cabo muerto en el atentado, que en el Ministerio de Defensa les presentaban las cosas en Afganistán de un color menos negro del que en realidad es. “Cuando le ofrecieron la misión se la pintaron más bonita de lo que era”. Y es que la idea que se transmite desde el gobierno socialista y sus terminales mediáticas, es que nuestros soldados no van a Afganistán a una guerra, ya saben, van en plan ONG, a las guerras sólo va Aznar. «Me voy a ayudar a esa gente», repetía una y otra vez el cabo asesinado, según hemos oído a su esposa. Y razón tenía nuestro heroico militar. Pero lo que no quieren contar y ocultan es que para ayudar a la gente en Afganistán hay que mantener a ralla a los talibanes, y eso sólo se consigue luchando, matando y corriendo el riesgo de ser matado. En la guerra, que es lo que hay en Afganistán –podremos discutir si es de baja intensidad- se mata y se muere. Esa es la cruda realidad, de la que el pacifismo bovino de esta sociedad de nuevos ricos no quiere oír ni hablar. Pero la paz de verdad, no el pacifismo de “Salsa Rosa” a lo Chacón, se consigue venciendo cuanto antes, ahorrando así sufrimientos a la población civil y el riesgo de más bajas. Y para vencer cuanto antes en Afganistán, resulta que lo que hay que hacer es poner más soldados y medios en combate y, sí, por políticamente incorrecto que sea, matar. Matar y seguir matando hasta terminar con los talibanes. Así lo entiende, por cierto, el flamante Barack Obama, dispuesto a concentrar en Afganistán los esfuerzos antiterroristas y atacar unilateralmente blancos insurgentes dentro de Pakistán si su gobierno no lo hace.

Así que si no estamos dispuestos a hacer lo que hay que hacer, es mejor que nos retiremos de Afganistán cuanto antes, pero después no lloriqueemos cuando no contemos nada en el concierto internacional y no nos inviten a tomar el te con pastitas en la Casa Blanca.

Medios insuficientes e inadecuados.

Es lo que tiene el discurso progre basado en el falso silogismo de que los presupuestos militares restan recursos a otras áreas, -ya saben más libros y menos tanques etc., etc.- que provoca que nuestros soldados carezcan de los medios necesarios para proyectar nuestra presencia internacional con las debidas garantías para su integridad física. El atentado del Líbano (6 muertos) nos pillo sin inhibidores, y puso de manifiesto el insuficiente blindaje de los medios de transporte de nuestros soldados para ese tipo de mesiones, carencia que el atentado de Afganistán evidencia que no se ha solucionado. ¿Qué clase de blindados son esos que no aguantan una explosión de un coche bomba? En el ámbito de la falta de dotación adecuada para unas operaciones que se desarrollan en unos escenarios bélicos de probada peligrosidad, algunos sectores militares cuestionan si sería más efectivo enviar vehículos blindados «Pizarro», de mayor tamaño y blindaje, en lugar de los BMR, con un blindaje de tipo bajo y de menor tamaño. Pero eso implica más dinero y más tropas, algo que este gobierno no quiere poner. En vez de ello, es la sangre de nuestros compatriotas la que se pone para que España no quede mal en el concierto internacional.

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