
N. VILLANUEVA | MADRID
Los seis acusados de desvalijar el Ayuntamiento de Marbella en la llamada «operación Saqueo», entre ellos, el ex gerente de Urbanismo, Juan Antonio Roca, comenzaron ayer a declarar en la Audiencia Nacional. Su estrategia era previsible: culpar a alguien ya fallecido al que no pueda exigirse responsabilidad penal alguna.
La táctica de descargar sobre un fallecido toda la culpa no es nueva, ni tampoco imprevisible en el caso de los acusados de la «operación Saqueo», que empezaron a declarar ayer ante la Sección Cuarta de la Audiencia Nacional. La Fiscalía les acusa de haber desviado 36 millones de euros del Ayuntamiento de Marbella a supuestas sociedades municipales justificando el pago de servicios y proyectos que nunca llegaron a realizarse.
La estrategia de los primeros acusados que prestaron declaración fue en esa línea: el responsable de todas las operaciones y pagos era el ya fallecido José Luis Jiménez, a cuya mujer (también imputada) el acusado Eduardo Gonzálvez reconoció haber ingresado (siempre por orden del su esposo) varios cheques, por importe de 50 millones de pesetas en 1991 y de 35 millones en 1992.
«¿Está usted diciendo que ingresaba dinero de sociedades municipales en la cuenta de Purificación Notario (la viuda de Jiménez)? ¿Y no le parecía extraño tratándose de una cuenta particular sin ninguna relación con el Ayuntamiento?», preguntó la fiscal Belén Suárez.
Gonzálvez, considerado por el Ministerio Público responsable de las entradas y salidas de dinero de la empresa «Contratas 2000» (una de las del «entramado»), aseguró que nunca cuestionó las ordenes de Jiménez, pues «era un jefe autoritario» que no daba pie a pedir explicaciones. «Fíjese usted -se justificó-. Una vez varios trabajadores fueron a reclamarle el retraso de un pago, cogió el nombre de todos y luego les despidió». La defensa de este acusado se centró en restarle responsabilidades y en convertirle en un simple trabajador más.
Por la tarde declaró el considerado contable del entramado,Manuel Jorge Castel, quien aseguró que las anotaciones de los libros señaladas como «B» se refieren a «balance» y no a la existencia de una cotabilidad paralela.

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