martes, 2 de septiembre de 2008

02.09.08 - Un enfermo mental propina una paliza a otro en una residencia de Burjassot


Sucesos
Un enfermo mental propina una paliza a otro en una residencia de Burjassot
La familia de la víctima fue informada de la agresión doce horas después
JULIÁN SÁEZ| SUECA

"De milagro, mi hijo no está muerto". Así se expresó ayer Francisco G., el padre de Miguel G., el joven de 32 años con parálisis cerebral infantil que el pasado jueves fue víctima de una paliza a manos de un compañero de habitación en el centro L'Almara de Burjassot.

Desde entonces, Miguel llevaba cinco días ingresado en el hospital La Fe de Valencia y ayer recibió el alta. En el centro fue atendido de múltiples contusiones en el rostro. Mientras, sus familiares han anunciado que pondrán el caso en manos de los tribunales al considerar que la agresión "se hubiese podido evitar de no ser por la negligencia de los responsables de la residencia".

El joven de Sueca participaba en un campamento de verano junto a decenas de discapacitados en este centro de Burjassot.

El padre de Miguel considera que el personal de la residencia no debió permitir que el presunto agresor conviviera con el resto de discapacitados. "Mi hijo sufre una parálisis que le impide valerse por sí mismo. Lleva 32 años en una silla y su grado de minusvalía es del 90%. Mientras, el otro puede moverse sin dificultades y es agresivo. No entendemos cómo lo admitieron en el campamento", señaló Francisco.

El presunto agresor atacó a Miguel en el rostro con un objeto contundente, muy probablemente un taco de madera de los que se utilizan para alzar las camas. Las cuidadoras, al escuchar ruidos, fueron a la habitación y se encontraron a Miguel en el suelo con su presunto agresor a escasos metros. El joven sangraba por el labio, tenía brechas en la cabeza y en una ceja, y emanaba sangre de la parte inferior de un ojo, que estaba amoratado.

"Ha sido ahora cuando nos hemos enterado de que no era la primera vez que era agredido por el mismo chico. El día antes lo tiró de la cama, partiéndole el labio. Mi hijo tenía la lengua mordida, la espalda roja y la frente hinchada y no nos lo dijeron. La segunda agresión no la pudieron ocultar", dijo Francisco.


Tres cuidadoras
En ese momento solamente tres cuidadoras atendían en el centro a los 44 usuarios. Esa cifra, además, se vio reducida a dos cuando una tuvo que acompañar a la víctima hasta el hospital en la ambulancia.

Según ha podido saber este periódico, las dos mujeres que se quedaron a cargo del casi 50 internos tuvieron que hacer frente a una situación difícil con el presunto causante del incidente en un estado "muy agresivo", con los cambios de pañal por realizar y la medicación por administrar.

Los familiares de Miguel consideran que el número de efectivos era "insuficiente", al tiempo que echaron en falta algún cuidador varón "con fuerza para hacer frente a un paciente en estado agresivo".

Pero ahí no acaban las quejas de esta familia. "Cuando trasladaron a Miguel al hospital nadie nos avisó hasta doce horas después. Desde las cuatro y media de la madrugada hasta el mediodía del viernes, mi hermano estuvo solo en el hospital. Es algo incompresible porque en el centro tienen dos teléfonos de contacto nuestros", explicó Sonia G., hermana de la víctima.

Miguel fue llevado al hospital en una ambulancia solicitada por la policía, que se presentó en la residencia. El teléfono del centro de salud de Burjassot al que llamaron las cuidadoras comunicaba constantemente. Aunque Miguel se ha llevado la peor parte, no ha sido la única persona atacada por el enfermo mental. La semana anterior, las cuidadoras tuvieron que sacar a una chica de la habitación "porque le pegaba". Además, a dos de las cuidadoras las dejó fuera del centro sin poden entrar, y tuvieron que saltar la verja y acceder al recinto por el patio.


Versión de la Conselleria
Desde la Conselleria de Bienestar Social informaron de que el presunto agresor pasó el informe psicopedagógico necesario para poder participar en un campamento. De hecho, se le califica de alegre, activo, pacífico y nada agresivo, aunque con tendencia a la fuga.

Por lo que respecta al caso de la chica a la que presuntamente pegó, según las mismas fuentes de la Conselleria, el enfermo mental la molestaba, pero no había pruebas de la agresión. Aún así, se les cambió de habitación.

A pesar de eso, la familia de Miguel no olvidará nunca este campamento. "Con esta denuncia sólo queremos que se adopten las medidas necesarias para que esto no vuelva a suceder. Le ocurrió a mi hijo, pero podría haberle pasado a cualquier interno", finalizó Francisco.

sucesos@lasprovincias.es

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