martes, 26 de agosto de 2008

ETA busca gente para “currar”


ETA busca gente para “currar”
Redacción MD | Bilbao

En lo que va de año, el Cuerpo Nacional de Policía ha detenido en el País Vasco a 21 personas en distintas operaciones desarrolladas en Vizcaya, Álava y Guipúzcoa. Esos arrestos han permitido desarticular la práctica totalidad de la estructura de Segi -la organización juvenil ilegalizada de la izquierda abertzale en los tres territorios- y esclarecer centenares de atentados. Las redadas constituían una continuación de un trabajo desarrollado en 2007, cuando fueron detenidas otras 76 personas por los mismos motivos. En octubre de ese año la Policía desmanteló un grupo de kale borroka en Vizcaya en el que varios de sus componentes, según aseguró en su día el Ministerio de Interior, habían sido tanteados para ingresar en la banda.

«Busca todo tipo de personas, gente ‘quemada’, limpia, chollos… es igual, hay trabajo para todos». Estas palabras escritas por el miembro de ETA Arkaitz Goikoetxea en una carta dirigida al ‘legal’ -no fichado- Aitor Cotano resumen uno de los principales problemas al que se enfrenta en la actualidad la banda terrorista: sus dificultades para captar nuevos miembros. El etarra le pide que reclute entre diez y quince personas «como mínimo, de ahí para arriba» porque la organización «tiene grandes necesidades en la estructura».

Tal como afirma Óscar B. de Otálora en El Diario Vasco, la misiva refleja las dificultades para renovarse que sufre en estos momentos ETA y que le llevan a no tener problemas en proponer a sus colaboradores que incluso capten ‘quemados’, es decir, personas que ya han sido detenidas o investigadas y que hasta ahora eran rechazadas por considerar que su presencia en algún comando podía poner en peligro al resto de la banda.

Según los expertos de las fuerzas de seguridad, esta situación sin precedentes es fruto de la desmovilización que se está produciendo en sectores que hasta ahora apoyaban a la banda pero también, y de una forma definitiva, por la presión policial y judicial sobre la kale borroka. Los últimos golpes a la violencia callejera han conseguido estrangular uno de los principales canales de los terroristas para nutrir su cantera.

«No hay nada peor que investigar atentados de ETA». Un experto de la lucha antiterrorista define con esta frase uno de los motivos que respalda la persecución de la violencia callejera. Los responsables de las fuerzas de seguridad han llegado al convencimiento de que impedir que nuevos militantes se incorporen a la banda es una de las claves para evitar que la organización se regenere y, por lo tanto, acentuar su debilidad. El objetivo, en este sentido, es acabar con los comandos antes de que lleguen a formarse puesto que perseguirlos cuando ya están actuando supone que han cometido asesinatos y colocado bombas.

«En cierta forma, desmantelar un comando es un fracaso», añade el experto. En el Ministerio de Interior se considera que la persecución de los autores de los sabotajes «tiene una labor preventiva evidente. No sólo se evitan los ataques, que han descendido de una manera drástica, sino que aumenta la presión sobre ETA», asegura un alto cargo.

Para las citadas fuentes, el caso del ‘comando Vizcaya’ desarticulado por la Guardia Civil en julio «es paradigmático». El ‘liberado’, Arkaitz Goikoetxea, se había tenido que rodear de su cuadrilla de la adolescencia para poder poner en marcha el talde. En el pasado, los comandos ya llegaban con una red de colaboradores preparada en el lugar donde iban a actuar y sin grandes relaciones personales entre ellos, para dificultar las pesquisas. La debilidad de ETA hizo que los etarras tuvieran que buscar a sus amigos para llevar a cabo su actividad e incluso tuvieran que utilizar sus domicilios y vehículos.

Es lo que ocurrió con el ‘complejo Vizcaya’, grupo asentado en el País Vasco desde febrero de 2007 cuyos ‘liberados’ no recibieron ningún relevo durante más de un año, a pesar de que habían sido identificados por las fuerzas de seguridad y su foto había sido difundida. Esta forma de proceder, según los expertos antiterroristas, evidencia que la banda carecía de etarras entrenados para sustituirles y permitirles refugiarse en Francia, la práctica habitual de ETA en esos casos.

El único apoyo que llegó al ‘Vizcaya’ también pone en evidencia los problemas de la cantera etarra. La banda envió como refuerzo a Olga Comes, una navarra de cuarenta años que no tardó en ser rechazada por los dos jefes del grupo, el citado Goikoetxea y Jurdan Martitegi. Según las fuentes de la investigación, la inexperiencia de la mujer hacía que los etarras no se fiasen de ella por lo que terminaron escribiendo una carta al jefe militar, Garikoitz Aspiazu, ‘Txeroki’, para que la expulsara del talde.
La desconfianza era tan grande que los pistoleros no aceptaban su presencia cuando iban a cometer atentados. Pese a estas críticas, Comes se incorporó al aparato militar de la banda como ayudante de uno de los lugartenientes de ‘Txeroki’ una vez que se le obligó a regresar a Francia.

Según los expertos, que la banda tenga que mantener en puestos de responsabilidad a militantes que ya han demostrado su escasa cualificación sólo puede ser entendido desde las enormes dificultades que tienen para reclutar gente.

En este sentido, la Policía estima que ETA está compuesta en estos momentos por alrededor de un centenar de militantes, de los que apenas un tercio estaría capacitado para cruzar la frontera e incorporarse a los comandos. Según afirmó en agosto del año pasado el comisario general de Información, Miguel Valverde, el nivel de los militantes, además, «ha bajado mucho y en la actualidad tienen muy poca preparación». Para los expertos, mantener en el tiempo la presión sobre la kale borroka va a suponer que la situación de la banda empeore a pasos agigantados.

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