La investigación desempolva al menos tres asesinatos en la zona de El Molar
La investigación de la trama de El Molar (Madrid), como ya adelantó ayer ABC, va a desempolvar algunos crímenes producidos en la zona en los últimos años. Especialmente, la Guardia Civil tiene en su punto de mira los asesinatos de un joven español a manos de un dominicano; el de un colombiano en El Molar, y el de otro dominicano asesinado en San Agustín del Guadalix. Todos tienen un punto en común: el ajuste de cuentas por tráfico de drogas como móvil. Lo que interesa ahora es saber si alguno de los dominicanos detenidos en la operación «Molar» tenían algún tipo de relación con los autores de los homicidios.
El más reciente tuvo lugar la madrugada del 14 de junio del año pasado. A la una y media de la madrugada, el español Raúl Alonso Aragón, de 33 años y vecino de El Molar, era acuchillado por Wilson L. A., dominicano de 35. La reyerta se debió al desacuerdo por el pago de una dosis de droga.
Los hechos se produjeron en la plaza de Juan Carlos I, a las puertas de la vivienda del sospechoso. A las nueve de la mañana de ese día, se detenía a Wilson, empleado en un restaurante, casado y con un hijo, aunque se dedicaba al trapicheo en San Agustín, como los dominicanos detenidos en la operación «Molar». Tenía antecedentes por malos tratos. En su casa hallaron el presunto arma homicida, un cuchillo de 25 centímetros de hoja.
Se investiga, por lo tanto, la relación que pudiera tener Wilson con el clan de vendedores de drogas de su nacionalidad en el barrio de Las Fuentes de San Agustín, ahora destapado por la supuesta trama de El Molar, en la que han sido detenidas diez personas, entre ellas, dos guardias civiles y el jefe de la Policía Local.
El segundo crimen fue más truculento aún. Se trata de la muerte del colombiano Víctor Hugo Zapata, de 46 años. Apareció el 12 de marzo de 2006 con un tiro en la cabeza en la carretera de Burgos (A-1), a la altura de El Molar. Siete meses después, la Guardia Civil detenía a seis colombianos por el suceso. Todo respondía a un ajuste de cuentas que se remontaba a años anteriores. Un sicario actuó por encargo de un mafioso que quedó paralítico y que culpaba a Zapata del atentado que sufrió. El padre de éste era un joyero que murió acribillado en Colombia a manos del paralítico. A Zapata, vecino de Alcobendas, le mataron seis compatriotas en un coche y le abandonaron en la A-1. La operación, además, destapó un «laboratorio» de droga, uno de tantos en esa zona «caliente» del eje de la carretera de Burgos.
El tercer crimen tuvo lugar en 2004. El dominicano Carlos Vidal Collado, de 43 años, moría después de que la Guardia Civil le decomisara medio kilo de droga. El dueño de la mercancía se la reclamó y no se creyó la versión que le dio Vidal. Entonces, contrató a un intermediario para que consiguiese el dinero que le debía. Vidal le pagó, pero el intermediario se quedó con el dinero. Cuando se enteró de que había hablado con el «capo», le mató. El crimen está también resuelto.
Sin embargo, una de las detenidas en la operación «Molar» explicó a la Guardia Civil que tenía datos sobre lo que verdaderamente ocurrió, haciendo referencia a que el guardia civil Francisco Yepes fue quien decomisó la droga a Vidal, y que ese fue el desencadenante de todo.
El ciclista de Tres Cantos
El triángulo El Molar-San Agustín del Guadalix-Pedrezuela ha sido escenario de otros sucesos sangrientos. El más conocido es el del ciclista de Tres Cantos Francisco Quintana Calvo, cuyo cuerpo, después de tres días desaparecido, fue hallado semicalcinado en el paraje de Rascambres, a la altura de El Molar. Aunque la hipótesis más probable es que Quintana muriera a causa de un accidente de tráfico, pero el asunto no ha sido esclarecido. Un «soplo» anónimo llevó a detener a cinco dominicanos, que quedaron en libertad.
martes, 15 de julio de 2008
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