domingo, 4 de mayo de 2008

«Nuestra asignatura pendiente es expulsar al inmigrante que delinque»


JOSÉ Mª MONTERO, JEFE PROVINCIAL DEL CUERPO NACIONAL DE POLICÍA
El comisario de Bilbao admite que la coordinación policial es «mejorable», en especial en materia de extranjería

04.05.08

Cacereño de cuna y especializado en extranjería y Policía Judicial en sus 30 años de carrera policial, José María Montero lleva más de tres como Jefe provincial del Cuerpo Nacional de Policía en Bilbao. Tienen competencia exclusiva en extranjería y compartida en investigación criminal, drogas o terrorismo. Uno de sus objetivos es «impulsar la expulsión de inmigrantes delincuentes», aunque confiesa que, como policía, le preocupa la inseguridad ciudadana que genera el pequeño delito.

-Su llegada coincidió con el cambio de la Jefatura Superior de Bilbao a Vitoria, pese a que la capital vizcaína cubre más población y tiene más personal y volumen de trabajo. ¿No cree que fue una pérdida?

-Yo no lo entiendo como una pérdida, sino que era anacrónico que la Jefatura de la Guardia Civil, e incluso del Ejército, y el delegado del Gobierno estuvieran en Vitoria y el único cuerpo del Estado que tenía la sede en Bilbao era el Cuerpo Nacional. Era lógico que en un momento determinado alguien acometiera el traslado. Eso no quiere decir que por plantilla, población e índice de delincuencia, Bilbao sea la sede más importante del País Vasco, más que Guipúzcoa y Álava.

-¿Bilbao es un buen destino?

-Según como se mire. Personalmente tiene unas connotaciones que no se encuentran en otro sitio, sientes una presión social hacia nosotros que no hay en otros lugares. He encontrado gente maravillosa, tengo multitud de amigos que me tratan como persona, no anteponen la profesión. En Toledo eres uno más, aquí para un sector de la población somos un cuerpo represor, pero eso nos pasa a nosotros y a la Policía autonómica. A los ertzainas ahora les sitúan en el mismo plano.

-¿Podría presentarme una radiografía de la delincuencia en Vizcaya?

-Todavía no tenemos implantada una delincuencia organizada de forma estable. Es esporádica, se desplazan desde otros lugares para cometer sus fechorías y después se van. Afortunadamente queda mucho trecho hasta alcanzar los niveles de otras ciudades -Madrid es una megaciudad y no tiene comparación-, más o menos con la misma población, como son Alicante o Málaga. Sí que hemos detectado un aumento de tráfico de estupefacientes. Bilbao siempre ha sido una ciudad de tráfico de drogas, por una serie de circunstancias como el Puerto, la ubicación muy cerca de la frontera y de Cantabria...

-¿Cuál es el perfil del traficante?

-Jóvenes relativamente, de entre 25 y 35 años, con antecedentes por los mismos hechos, consumidores, especialmente de 'coca', también de hachís. Y son nacionales, de la zona de Vizcaya.

-¿Cómo se explica el auge del narcotráfico?

-Si les sale bien, es de los negocios más rentables. La inversión es importante, pero las ganancias, aún más. Llevan un tren de vida muy alto. Hablamos de vehículos de alta gama, viviendas que no nos podemos permitir la mayoría, móviles de última generación y ropa de marcas de lujo. No le dan al dinero el valor que cualquier persona media que vive de su sueldo.

-«Si les sale bien...» Parece evidente que hay mucha más droga en la calle de la que se incauta.

-Es difícil determinar cuánta droga hay en la calle. Nosotros y otros cuerpos estamos encima de ellos. La investigación sobre esta gente es difícil, son grupos muy bien estructurados y con medidas de seguridad. La función de la Policía es tratar de descubrirles y de que esas medidas que adoptan no les sean suficientes. Los últimos meses, el Cuerpo Nacional hemos desarticulado varios grupos y con una importante intervención de hachís, cocaína y drogas de diseño.

Grupos albanokosovares

-¿Qué delito le inquieta más?

-Todos, pero como policías nos preocupa la inseguridad de la gente en la calle, la que vemos todos los días en prensa, pequeños robos, hurtos. Si hay mucha inseguridad significa que no hacemos bien el trabajo. Viene gente mayor que se queja de que no puede pasear por el centro de Bilbao, por la calle Ercilla o Indautxu. El barco con 1.000 kilos de droga o la detención del comando Vizcaya son grandes éxitos policiales, pero lo que genera inseguridad es la pequeña delincuencia.

-En febrero desmantelaron en Bilbao una delegación de una banda de sicarios colombianos que habían matado a una persona. Da miedo, ¿no cree?

-Ahí están los hechos. Se estaba investigando una organización en Madrid que tenía una sucursal en Bilbao. Aquí se detuvo a dos individuos, presuntos autores de un asesinato, que integraban un grupo de sicarios colombianos dedicados, a parte de al tráfico de estupefacientes, al cobro de deudas entre ellos. Esta gente llega al punto de matar a una persona que les debe dinero, droga o cualquier cosa.

-También han actuado contra grupos de albanokosovares que arrasaban polígonos.

-Sí, efectivamente, se radican de manera temporal. Teníamos grupos en Castro y Bilbao, que actuaban en las zonas industriales de Barakaldo, Portugalete... Pero a estos grupos, aún cuando puedan actuar aquí, no les tenemos radicados de forma tan estable como en Barcelona, Sevilla o Madrid.

-¿Son peligrosos?

-Funcionan como grupos paramilitares, a veces se ha comprobado que han formado parte de cuerpos policiales o militares en sus países. Son expertos en armas y usan armamento sofisticado, fusiles de asalto, incluso ametralladoras. Provienen de culturas violentas, de Centro América y del Este de Europa. En España no estábamos acostumbrados a delincuentes que asaltan chalés con violencia gratuita.

-Hay algunos que utilizan 18 identidades diferentes, ¿tan difícil resulta saber quién es quién?

-Una cosa es que empleen 18 identidades y otra que no sepamos quiénes son. Cuando se detiene a una persona indocumentada, al reseñarle le asignamos una. Nos dará el nombre que él quiera y a esa primera identidad le ponemos sus huellas. Si dentro de cuatro días es arrestado en Burgos y da otra identidad, 'saltará' que ya está reseñado. Mientras no tenga una documentación 'legítima', la primera es la buena y las demás son 'usa' o identidades falsas.

-Con tantos uniformes desplegados en la ciudad, la coordinación tiene que ser complicada.

-Es mejorable, aunque creo que existe buena coordinación tanto con Policía local como con Ertzaintza (incluyo en el 'nosotros' a la Guardia Civil). Con mis homólogos en estos cuerpos me reúno de vez en cuando y hablamos para coordinar y colaborar a nivel policial. Al fin y al cabo todos vamos en la misma línea. Al ciudadano le da igual el color del uniforme, lo que quiere es que se resuelva su problema.

Casos «sangrantes»

-En Bilbao hay protocolos, pero ¿qué pasa en Durango, Basauri...?

-Efectivamente, existen unos protocolos con Policía local de Bilbao y Ertzaintza a nivel regional, y con algunas policías locales del resto de Vizcaya se están teniendo contactos, dando consejos para mejorar esas relaciones. Sería conveniente que existiera un protocolo, en especial en poblaciones grandes como Barakaldo, Basauri..., sobre todo en el tema de extranjería para que pasado mañana no se dieran casos un poco sangrantes.

-¿Por ejemplo?

-En cualquier pueblo se detiene a un extranjero por un robo con intimidación, instruyen las diligencias y le ponen a disposición judicial. Si nosotros -la extranjería es competencia exclusiva nuestra- no tenemos constancia y resulta que es expulsable, no podremos abrir un expediente sancionador.

-¿Y eso no se hace?

-Muchas veces es por desconocimiento. En Bilbao se lleva muy bien. Nuestra asignatura pendiente es expulsar a los inmigrantes delincuentes, a los que realmente nos hacen daño. Lo que no podemos es bajar los brazos, tenemos que luchar contra la inmigración irregular. Ningún país se puede permitir dejar entrar a todos, es una de las prioridades de todos los países de la UE.

-Esas 'bolsas' de ilegales generan explotación laboral de los propios inmigrantes.

-Una de las consecuencias de la inmigración ilegal es que determinada gente se vale de ella para hacer negocio, en el tráfico de personas o en la explotación laboral y sexual.

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