domingo, 27 de abril de 2008

Crimen perfecto



Crimen perfecto

27/04/2008
No existe el crimen perfecto, pero María Angeles Molina Fernández, de 40 años --Angie para todos-- lo creyó y lo intentó. Desde el pasado 12 de marzo esta mujer está encarcelada acusada de asesinar, el 18 de febrero, a Ana María Páez Capitán, de 35 años, una joven hallada desnuda y con una bolsa en la cabeza en un apartamento de Gracia. Parecía un suicidio, o incluso el fatídico resultado de una arriesgada práctica sexual, pero una compleja investigación policial acaba de revelar que la presunta asesina planificó durante meses la muerte de Ana con un solo fin: dinero. Hacía dos años que la detenida suplantaba la identidad de su víctima para contratar préstamos bancarios y seguros de vida. A pesar del concienzudo diseño de su coartada, los Mossos d´Esquadra llegaron hasta ella.

Conviene regresar al mes de febrero, al jueves 21 de febrero. La empleada de la limpieza de unos apartamentos de alquiler por días del número 36 de la calle de Camprodón encontró ese día el cuerpo desnudo de una joven. El cadáver estaba sobre un sofá. Llevaba una bolsa de plástico en la cabeza, fijada con cinta aislante y ningún signo de violencia aparente. La autopsia reveló un detalle desconcertante. Había restos de semen en la boca y en la parte exterior de la vagina. De dos hombres diferentes.

La titular del juzgado de instrucción número 25, Elena Carasol Campillo, tuteló las pesquisas de los agentes de homicidios de la unidad de delitos contra las personas de los Mossos de Barcelona. Varias cosas llamaron la atención de los investigadores. En el apartamento no encontraron ni un solo objeto personal de la víctima que permitiera su identificación. Ni su ropa ni su documentación estaban ahí. Junto al cuerpo había una peluca negra y unas botas. Alguien se llevó el resto.

El apartamento estaba alquilado por tres días, del 18 al 21 de febrero, a nombre de la víctima. Los investigadores comprobaron que, tres días antes, los padres y la pareja de Ana habían denunciado su desaparición en una comisaría de los Mossos. Los familiares identificaron el cadáver.

Pronto, una persona centró la atención de los agentes: Angie. Trabajó durante años con la víctima en una empresa textil y el día de su desaparición Ana contó a su pareja que cenaría con su amiga. A pesar de que ya no trabajaban juntas, conservaban la relación y se veían de vez en cuando.

En las horas previas a su desaparición, la víctima había extraído una importante cantidad de dinero de una de sus cuentas corrientes. Los investigadores concretaron la hora y revisaron las imágenes de las cámaras de seguridad de la oficina. Ninguna de las mujeres que entró ese día a ese banco se parecía a Ana Páez, pero destacaba una atractiva mujer con una melena negra repeinada en exceso, como si llevara una peluca, similar a la encontrada junto al cadáver. Ahí comenzaron las pistas.

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