domingo, 8 de febrero de 2009

Un rayo cae sobre un avión en vuelo y el granizo revienta una rueda de otro



CANTABRIA

El relámpago alcanzó, sin causar daños, a una nave que aterrizaba en Parayas En el aparato que 'pinchó' al aterrizar en Madrid viajaban Revilla y su familia

GONZALO SELLERS- SANTANDER

Muchos afectados eran seguidores del Racing que viajaban a ver el partido a Madrid
El temporal que ayer barrió la región no sólo afectó a las carreteras. El aeropuerto de Parayas vivió una mañana dantesca desde primera hora, cuando un rayo alcanzó al avión de Ryanair, procedente de Madrid, que se disponía a tomar tierra. El relato de los hechos comienza a las 7.30 horas, cuando en la sala de embarque del aeropuerto se concentran cerca de 130 personas, la mayoría de ellos seguidores del Racing que se disponían a viajar a Madrid para asistir al encuentro que su equipo jugaba en el Bernabéu por la tarde. Su vuelo estaba previsto para las 8.05 y ya habían pasado por el control de embarque.
Según testigos presenciales, mientras esperaban se oyó un estruendo y se vio un destello en el cielo, pero ninguno le dio demasiada importancia en el momento. A los pocos minutos, un representante de Ryanair se acercó donde se encontraban y les informó de lo ocurrido: el avión procedente de Madrid, y que posteriormente debía llevarles a ellos a Barajas, había sido alcanzado por un rayo.
Según fuentes del aeropuerto, el relámpago impactó en la parte frontal del aparato y se extendió hasta el ala cuando se encontraba a 400 metros de altitud, sin causar daños en el fuselaje ni en los aparatos electrónicos, por lo que pudo tomar tierra sin problemas.
Rodrigo Prieto estaba en el aeropuerto cuando empezaron a llegar los pasajeros del avión afectado. «Venían todos blancos del susto. Nos contaron que sintieron un impacto muy fuerte en el ala, seguido de un ruido enorme y un fogonazo de luz. Nos confesaron que hubo momentos de pánico, es lógico», declaró a este periódico.
Aunque los pilotos no reportaron ningún daño en el aparato, el protocolo de emergencia se activó y los responsables de la compañía solicitaron a Ryanair el envío de un ingeniero para comprobar que todo funcionaba correctamente.
Así que los más de cien pasajeros del vuelo de las 8.05 horas se quedaron en tierra. Algunos optaron por coger el tren, otros se arriesgaron a ir a Madrid en coche a pesar del mal estado de las carreteras. La mayoría se armó de paciencia y, con el vale de cinco euros que recibieron para desayunar gratis en el aeropuerto, esperaron la llegada del ingeniero, mientras cerca de sesenta compraron otro billete para el avión de Air Nostrum que a las 11.00 salía hacia Barajas.
En ese aparato coincidieron con el presidente del Gobierno regional, Miguel Ángel Revilla, que viajaba a Madrid con su familia para asistir al Real Madrid-Racing y a la Gala de la Música Popular de Cantabria en el Teatro Monumental. Lo que no sabían es que ellos tampoco se iban a librar de los golpes del temporal.
Más retrasos
Mientras este vuelo se dirigía a Madrid tranquilamente y sin turbulencias, los afectados de Santander recibían malas noticias. El ingeniero que debía venir desde Roma a las doce iba a ser sustituido por uno de Frankfurt, que aterrizaría en Santander a las dos de la tarde. Más tiempo de espera y con el filo de la hora del comienzo del partido (las 20.00) en la mente de todos.
A las 12.00 del mediodía, mientras el avión de Ryanair impactado por el rayo continuaba en Parayas esperando la llegada del ingeniero, el Air Nostrum en el que viajaba Revilla tomaba tierra en Barajas. Segundos después de aterrizar comenzaron los problemas. «Oímos un ruido, el avión empezó a moverse raro y se inclinó hacia un lado», relató Rodrigo Prieto.
La hija de Revilla avisa
Al parecer, según varios testigos presenciales, la primera que llamó la atención sobre un posible pinchazo fue la hija de Revilla. «Nadie decía nada, y de pronto la niña dijo 'hemos pinchado la rueda', y las azafatas le dieron la razón», indicó Prieto. Segundos después, el capitán confirma por los altavoces el 'reventón'. La causa se originó al despegar de Parayas. El granizo de la pista se pegó al tren de aterrizaje y con el contraste de temperatura al aterrizar se pinchó una de las ruedas. Todo quedó en un susto, como horas antes el impacto del relámpago.
En Santander, un par de horas después, el ingeniero de Frankfurt revisaba el aparato y daba el visto bueno, por lo que aproximadamente a las 14.45 el avión, con los rezagados del vuelo de las 8.05, partió para Madrid.

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