viernes, 16 de enero de 2009

16.01.09 - Dos adolescentes disparan con una escopeta de balines a cuatro personas en la clínica la Salud


Sucesos
Los sospechosos hirieron a dos hombres antes de ser detenidos en un quinto piso situado junto al centro
A. CHECA/J. A. MARRAHÍ| VALENCIA

Apostados en un quinto piso, parapetados tras las numerosas macetas del balcón de su casa y armados con un rifle de perdigones, dos adolescentes sembraron el miedo y la intranquilidad durante dos noches consecutivas en la clínica Casa de la Salud de Valencia. Fueron 48 horas en las que se sucedieron los disparos contra ciudadanos que acudían al centro médico, personal del establecimiento y los propios cristales del recinto sanitario. Pero la vigilancia de los guardias de seguridad de La Salud y la rápida investigación de la Policía Nacional ha dado al traste con su peligrosa gamberrada.

Dos adolescentes de 18 y 15 años han sido arrestados como presuntos autores de los disparos sobre el centro. Cuatro personas resultaron alcanzadas por los perdigones. Dos de ellas sufrieron heridas, una de las cuales tuvo que ser incluso atendido en la clínica al quedarle alojado en balín en una sien.

El martes por la noche fue el instante elegido por Jaime y su amigo menor de edad para ponerse en el rol de francotiradores urbanos. Un quinto piso situado en el número 16 de la calle Lorenzo Palmireno se convirtió en su escondrijo. Desde el balcón tenían perfecta visión de un acceso peatonal a La Salud.

La primera de las detonaciones se escuchó en el barrio de Albors alrededor de las nueve de la noche. Un hombre que se hallaba en el patio de acceso al centro médico recibió un "impacto superficial" por el que fue atendido en Urgencias.

Los disparos continuaron apenas unos minutos después. Cuando Vicente de Diego se hallaba en las inmediaciones de la clínica, un perdigonazo le impactó en una sien, muy cerca del ojo. "Me pasé tres cuartos de hora en la clínica para que me extrajeran el balín y me dieron cuatro puntos de sutura", explicó el afectado en un correo electrónico remitido a LAS PROVINCIAS.

El silencio se apoderó de nuevo de los accesos a la Casa de la Salud, pero por poco tiempo. Un nuevo disparo sonó en la fría madrugada del miércoles. Hacia la una, otra persona que caminaba hacia el interior de la clínica notó el impacto de un perdigonazo. Al menos otro balín impacto contra una zona acristalada del centro médico.

Con la llegada del día se detuvo la acción de los francotiradores. Pero la alerta se había extendido ya entre los guardias de Serman Seguridad, S. A. empresa encargada de la vigilancia de La Salud, y entre la propia Policía Nacional, tras la llamada realizada desde el centro médico a la Comisaría del distrito Marítimo. Sin saberlo, Jaime y su amigo estaban siendo ya vigilados.


Movimiento en el balcón
Uno de los guardias que custodia el recinto por la noche logró la primera pista para dar con los sospechosos. Tras uno de los disparos, enfocó con su linterna a una de las fincas colindantes a la clínica y observó movimiento en el quinto piso.

Lejos de conformarse con sus andanzas, la pareja de adolescentes reapareció en la madrugada de ayer. Un nuevo perdigonazo contra un cristal situado cerca de la zona de Urgencias hizo que los vigilantes se colocaran en la zona para proteger a los pacientes y al resto de visitantes del centro. Uno de los guardias recibió el impacto de otro balín en la chaqueta, aunque de nuevo sin causarle lesión alguna.

Con el testimonio del vigilante que observó el movimiento sospechoso en el balcón, y con el cálculo de la trayectoria de los disparos por parte de la Policía Nacional, los agentes tuvieron claro cuál era la guarida de los francotiradores.

Ayer por la mañana, con la orden judicial, los agentes registraron la vivienda. En el piso localizaron dos rifles de aire comprimido, según fuentes de la investigación. Los dos adolescentes fueron trasladados a dependencias policiales, al tiempo que se alertó a la Fiscalía de Valencia al ser uno de ellos menor.

La propia madre del joven -separada de su marido y que vive en el domicilio con otras dos hijas- reconoció a la policía tener en casa una escopeta del que fuera su esposo. Pero la mujer desconocía las gamberradas que supuestamente protagonizaban su hijo y su amigo en el balcón de la vivienda.

Por la tarde, la madre del joven no se encontraba tras el mostrador del quiosco que desde hace algo más de un año posee en el barrio. Una amiga ocupaba su lugar, mientras la progenitora aguardaba en la Comisaría del Marítimo a averiguar lo sucedido. "¿Pero qué ha pasado? ¿Qué han hecho?", preguntaba nerviosa la amiga a LAS PROVINCIAS, desconocedora todavía de la peligrosa travesura supuestamente protagonizada por Jaime y su amigo.

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